Elena Samaniego

PSICÓLOGA

A lo largo de mi vida las emociones han sido mi motor, soy una persona que desde pequeña he sido muy sensible al sufrimiento ajeno y siempre he sentido curiosidad por conocer y entender qué diferencia a las personas, y cómo ante una situación complicada de la vida unas se superan y otras se bloquean. 

Decidí estudiar psicología mientras trabajaba, no quería dejar atrás mi interés por las personas y me puse a ello. Mientras yo iba madurando, me di cuenta de que no podía seguir relacionándome buscando salvar a los demás, queriendo que todos estuvieran bien, incluso, a veces, poniéndolos por encima de mí y decidí ponerme manos a la obra a trabajar sobre mí misma. Transformé aspectos de mi vida y de mis relaciones con los demás, que necesitaba cambiar y ahora, ayudo a personas a mejorar sus relaciones con los demás y con ellos mismos.

En mi proceso, observé una cosa que, creo que no todos tenemos claro “la vida duele”, y entendí la importancia de conocer nuestras emociones, no dejarlas de lado, ni intentar enterrarlas, nada de eso. Puesto que, en un momento crítico de nuestra vida, saldrán a flote esas heridas emocionales, fruto del aprendizaje de compartamientos inadecuados a lo largo de nuestra vida, que nos hacen daño. La buena noticia es que igual que aprendemos, podemos desaprender aquellos comportamientos que nos hacen sufrir. 

He de mencionar lo valioso que ha sido para mí, nada más terminar el grado, ofrecerme como voluntaria en la ONG “Teléfono de la Esperanza” ahí tras muchas horas de llamadas anónimas, aprendí, y mucho. A respetar los tiempos de cada uno, a vivir en primera persona los estragos de la pandemia, a entender el sufrimiento ajeno, a no juzgar a nadie, y a valorar la vida. 

Creo profundamente en la transformación personal de las personas para ser la mejor versión de ellas mismas, y así vincularse con los demás desde su autenticidad y su libertad emocional.